Millones de niñas desconectadas: así es como la brecha digital de género está robando su futuro
El Mobile World Congress (MWC) se despide hasta el año que viene, pero, y, sin embargo, mientras muchos hablan de los grandes avances tecnológicos, no se puede pasar por alto una verdad que debería incomodar: millones de niñas y adolescentes, especialmente en países con menos recursos, están excluidas del mundo digital.
Esto no es solo una cuestión de no tener Internet; es una barrera que les impide acceder a la educación, desarrollar su potencial y construir un futuro mejor.
Empecemos por los números, porque a veces los datos hablan más que las palabras.
9 de cada 10 adolescentes y mujeres jóvenes en regiones de ingresos bajos y medios no tienen acceso a internet.
Por otro lado, y según datos de la Unión Internacional de Telecomunicaciones (ITU), la agencia de la ONU que se encarga de las tecnologías de la información y la comunicación, 2.600 millones de personas aún no tienen conexión en el mundo.
Imagina por un momento no poder buscar información, no poder chatear con amigos y familiares, no poder acceder a nada que esté online.
Para muchas chicas, esta es su realidad, su día a día.
brecha digital de género
El impacto económico de esto es asombroso.
No cerrar la brecha digital de género ya ha privado a los países de ingresos bajos y medios de casi un billón de dólares de su Producto Interno Bruto (PIB) en la última década.
Si no se toman medidas de forma urgente, esta cifra podría subir a 1,5 billones de dólares este año.
Millones de niñas están siendo privadas de oportunidades educativas y laborales simplemente porque no tienen acceso a Internet o a un smartphone.
En muchos casos, ni siquiera pueden terminar el colegio porque sus familias las sacan para casarlas o ponerlas a trabajar.
Carla Haddad Mardini, directora de la división de Recaudación de Fondos y Alianzas Privadas de UNICEF, a la que hemos entrevistado, lo explica claramente: «No podemos permitirnos tener un gran número de niños, especialmente niñas, excluidos del progreso digital.
Esto dificultará su independencia económica y su capacidad de sobrevivir en el futuro».
Más allá de las frías cifras, la desconexión digital tiene un impacto enorme en las vidas de estas jóvenes.
Las aísla, restringe sus oportunidades y perpetúa la desigualdad de género, impidiéndoles alcanzar su máximo potencial.
Desde luego, este tema es altamente complejo, con muchas causas que se entrelazan.
Para empezar, la pobreza juega un papel clave: si una familia tiene que elegir entre comer y pagar internet, la decisión es obvia.
Luego están las normas sociales y en algunas culturas, se da prioridad a la educación de ellos y se ve mal que ellas tengan acceso a la tecnología.
También hay que tener en cuenta los riesgos de internet: el acoso, la explotación, los contenidos dañinos…
Esto preocupa mucho a padres y madres, que a veces prefieren que sus hijas no se conecten.
Y, por supuesto, muchas no tienen las habilidades necesarias para usar la tecnología de forma segura y eficiente.
Por último, no hay que olvidarse de que los conflictos y las crisis también influyen: en situaciones de guerra o desastres naturales, las niñas suelen ser las primeras en abandonar la escuela y quedarse sin acceso a la tecnología.
«Muchas emergencias desaparecen del radar de los medios de comunicación, como Sudán, como la República Democrática del Congo y otros lugares como Yemen.
Las niñas son sacadas de las escuelas a veces debido a las limitaciones económicas de la familia.
Tienen que someterse a matrimonios precoces y nunca regresan a la escuela», comenta Haddad Mardini.
El Banco Mundial lo resume muy bien: la brecha digital de género está ligada a la pobreza, la falta de educación y las normas sociales que discriminan a las niñas.
Para solucionar este problema, hay que atacar todas estas causas de raíz.
No es suficiente con conectar a las niñas a internet; también hay que garantizar que puedan navegar de forma segura y protegidas.
El acoso online, la exposición a contenidos dañinos y la explotación son riesgos reales que ya están viendo que existen en el mundo digital, afectan especialmente a ellas.
Según datos de la ONU, las mujeres y niñas tienen un 27% más de probabilidades de sufrir acoso en línea que los hombres y bien sabrás que esto puede tener consecuencias horribles para su salud mental y su bienestar emocional, algo que puede incluso llegar a impedirles participar en la vida pública.
«La seguridad en línea es crítica para los niños en general y para las niñas en particular.
Y es muy importante asegurar que desde la fase de diseño de las nuevas plataformas, la nueva tecnología, los juegos, la industria tecnológica, el diseño de los productos tenga en cuenta al niño y tenga una lente sensible al niño», explica la directiva.
Pero hay buenas noticias UNICEF está implicado en esto, pero necesitan aún mucha ayuda para cerrar esta brecha digital.
La prioridad es «asegurar que haya más conectividad, que los jóvenes y los niños tengan acceso a internet de una manera segura en la que puedan aumentar su aprendizaje y desarrollarse», tal y como cuenta Mardini.
Para ello, es vital que el sector privado dé un paso adelante y se comprometa a fondo con esta causa.
«Son gigantes que están marcando una gran diferencia en nuestras vidas, que tienen una responsabilidad que tiene sentido comercial y más allá para centrarse en el bienestar y el interés del niño y las niñas pequeñas», añade.
Empresas como Microsoft, Sony y Lego han colaborado con UNICEF en iniciativas como el Pasaporte de Aprendizaje y la Coalición de Cambiadores de Juego (Game Changers Coalition), que busca empoderar a las niñas como creadoras de tecnología.
«La tecnología puede ser una herramienta poderosa para cerrar la brecha de género, pero solo si se diseña con las necesidades de las niñas en mente», afirma Haddad Mardini.
«El 70% de los productos tecnológicos no satisfacen las necesidades de las poblaciones marginadas, incluidas las adolescentes.
Si involucramos a las niñas en el diseño de estas tecnologías, podemos asegurar que sean más inclusivas y efectivas».
Además de las iniciativas de UNICEF, otras organizaciones también están trabajando para poner fin a este problema.
Por ejemplo, la Alianza para un Internet Asequible (Alliance for Affordable Internet, A4AI) trabaja para lanzar políticas que reduzcan el coste de acceso a internet en países de bajos ingresos.
Según un informe de A4AI, reducir el de los datos móviles en un 50% podría permitir que 1.000 millones de personas más accedan a internet.
Con todo esto sobre la mesa, queda claro que la brecha digital de género es un problema global que requiere una respuesta global.
Las niñas y adolescentes en países de bajos ingresos no pueden permitirse el lujo de quedarse atrás en un mundo cada vez más digitalizado.
Mientras nosotros hablamos de la IA que va a acabar con nuestro trabajo, algunas de ellas no han tocado un móvil en su vida.
No cabe duda de que estas iniciativas y otras tantas son pasos muy importantes, pero se necesita más inversión y colaboración para asegurar que todas ellas tengan acceso a la tecnología y a la educación que necesitan para seguir hacia adelante y mejorar.
Como concluye Carla Haddad Mardini: «Tenemos una responsabilidad colectiva de asegurar que las niñas no solo tengan acceso a internet, sino que también estén seguras, empoderadas y preparadas para el futuro.
El tiempo de actuar es ahora».