Seis años después de su cancelación, el desfile de Victoria’s Secret ha regresado. Esta vez, el show volvió con todas sus señas de identidad: alas de ángel, bustiers de cristal, supermodelos como Gigi y Bella Hadid, y hasta actuaciones de artistas icónicas como Cher. A primera vista, parecía el intento perfecto de la marca para reconciliarse con su público tras años de controversias. Pero, ¿realmente este formato tiene cabida en el mundo actual?
Desde la caída de Victoria’s Secret en el auge del movimiento #MeToo, muchos han cuestionado el impacto que estos desfiles han tenido en la imagen corporal y en la forma en que la sociedad ve a las mujeres. Lo que alguna vez fue considerado un espectáculo visual y un símbolo de glamour ahora es visto por algunos como un vestigio de una época que valoraba un tipo de cuerpo sobre todos los demás.
La inclusión y diversidad: ¿Realidad o fachada?
La marca, que durante años fue criticada por promover un estándar de belleza homogéneo y poco inclusivo, intentó hacer un giro en esta edición del desfile. Sobre la pasarela no solo desfilaron las tradicionales supermodelos, sino también mujeres de diferentes edades, tallas y hasta cuerpos trans. Aun así, aunque esta ampliación de la representación corporal es un paso hacia la inclusión, algunos críticos argumentan que el desfile sigue vendiendo una imagen de empoderamiento femenino que, en realidad, no se alinea con las expectativas de muchas mujeres hoy en día.
Es cierto que las alas de ángel fueron más ligeras y menos exageradas que en años anteriores, y que algunos de los accesorios absurdos de desfiles pasados fueron eliminados. Sin embargo, gran parte de la crítica sigue siendo que este tipo de formato, con cuerpos semidesnudos desfilando en lencería, perpetúa la objetificación de las mujeres, incluso si esa objetificación se extiende a cuerpos de todas las formas y tamaños.
Un relicto de otra era
A pesar de los intentos de Victoria’s Secret por modernizarse, muchos observadores sienten que el espectáculo sigue siendo un relicto de otro tiempo. Para algunos, ver a supermodelos y celebridades desfilando con lencería no es más que una celebración del pasado, una reunión de exalumnos del glamour que parece fuera de lugar en el contexto de una sociedad que avanza hacia la diversidad e inclusión auténtica.
Puede que haya más tallas y diferentes cuerpos, pero en su esencia, el desfile sigue vendiendo el mismo mensaje: que existe una fantasía común en la que cada mujer desea ser el centro de atención, envuelta en encajes y listas para ser desenvueltas como un regalo.
Desfile de Victoria’s Secret 2024
¿Es el final del camino?
El regreso del desfile plantea una pregunta clave: ¿es necesario? Si bien es posible que haya un espacio para que las mujeres celebren la lencería y se diviertan con ella, el formato del desfile, tal como existe, parece cada vez más desconectado de la realidad actual. Las opiniones de los críticos señalan que, aunque la industria de la moda ha dado algunos pasos hacia la inclusión, un desfile de lencería que objetiviza a las modelos, sin importar el tamaño o la edad, no es un símbolo de empoderamiento.
Con el futuro de la moda caminando hacia una mayor autenticidad y representación real, puede que sea hora de retirar el desfile de Victoria’s Secret y enfocarse en formas más significativas de celebrar la diversidad femenina. Las mujeres pueden, y deben, tener el control de sus propias narrativas sin la necesidad de revivir un espectáculo que, en última instancia, ya ha cumplido su ciclo.
